La declaración de este 2023 como Año Europeo de las Competencias se debe a que la Comisión Europea quiere que:
Los conceptos centrales son, por tanto, los de aprendizaje permanente y competencias. El aprendizaje permanente consiste en la adquisición de nuevos conocimientos durante toda la vida, más allá de los años de la educación formal. Es un concepto que ya tenemos muy presente cuando se trata, por ejemplo, de la educación permanente del profesorado, pero que la UE quiere que se haga extensiva a todas las ocupaciones.
En cuanto a las competencias (skills), he aquí una definición aportada desde las instituciones europeas: «una combinación de conocimientos, capacidades y actitudes adecuadas al contexto. Las competencias clave son aquellas que todas las personas precisan para su realización y desarrollo personales, así como para la ciudadanía activa, la inclusión social y el empleo».
El de competencias es un concepto que, por supuesto, ya está muy presente tanto en el ámbito profesional (las «competencias profesionales») como en nuestro sistema educativo. La ley educativa vigente, la LOMLOE, se hace profundo eco de él: organiza todo su currículo en torno a un perfil de salida diseñado en línea con las ocho «competencias clave para el aprendizaje permanente» del marco de referencia europeo:
Así pues, este Año Europeo de las Competencias no hace sino recordarnos la plena vigencia de la Agenda Europea de las Competencias o de la Recomendación de 2018 de la UE sobre las Competencias Clave para el Aprendizaje Permanente.
La meta principal de la iniciativa es diáfano: «disponer de una mano de obra con las competencias que demanda el mercado». Se trata de ayudar a las empresas a hacer frente a la escasez de trabajadores cualificados en la UE. Y, a las personas, a «a adquirir las competencias adecuadas para empleos de calidad» mediante la promoción de «una mentalidad de reciclaje y perfeccionamiento profesional». Es decir, inculcar la idea del aprendizaje permanente. Una forma de medir la consecución de este objetivo es la de contabilizar cuántas personas participan en actividades de formación cada año, y la UE quiere que, para 2030, sea el 60% de la población.
Según sus promotores, la iniciativa ayudará a reducir el paro (el objetivo es que en 2030 al menos el 78 % de los europeos tengan trabajo). También a garantizar que «nadie se quede atrás» y que la recuperación económica postpandémica sea socialmente justa. Así, se prestará especial atención a la activación de más personas para el mercado laboral, en particular las mujeres y los jóvenes. Por último, entre las estrategias de la Comisión Europea para abastecer de mano de obra a las empresas también se encuentra la de facilitar la «importación» de mano de obra extranjera cualificada.
La Unión Europea dispone de instrumentos de apoyo técnico y de líneas de financiación significativas para apoyar la inversión en el perfeccionamiento y el reciclaje profesional. Son sobre todo estos cinco:
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