Un mapa mental no es otra cosa que una forma visual de tomar notas, porque estas adoptan la forma de un mapa que se puede captar de un vistazo. El núcleo del mapa mental es una gran idea o una imagen central que se amplía con ramas y subramas para vincularla con otras ideas que (al contrario que en los esquemas o en los mapas conceptuales) pueden ser tanto palabras como imágenes. Abarcan así tanto los conceptos relevantes como sus interrelaciones, y logran representar una gran cantidad de información en una sola hoja de papel.
El mapa mental es, por tanto, la plasmación de un pensamiento irradiante. ¿Verdad que su estructura en forma de red recuerda a la de nuestro cerebro? En efecto, nuestro conocimiento del mundo también está organizado en forma de red neuronal.
El método de creación de mapas mentales fue desarrollado en la década de 1970 por el inglés Tony Buzan. Este se percató de que las presentaciones lineales de información trabajaban contra el cerebro en lugar de con el cerebro. Hoy, cincuenta años después, la eficacia de los mapas mentales tanto para abordar problemas complejos como para realizar tareas creativas se confirma a diario.
Entre las técnicas de estudio, las técnicas «cartográficas» tienen en común que son representaciones visuales de conceptos y de sus interrelaciones. Los mapas mentales son probablemente la técnica cartográfica más popular, pero existen otras, como los mapas conceptuales o los mapas argumentales. Estos tipos de mapas difieren considerablemente en cuanto a su función y la profundidad a la que hay que procesar la información. El mapa mental es el que requiere
Comparemos, por ejemplo, los mapas mentales y los conceptuales. Los mapas mentales son subjetivos, sirven para abordar un solo problema, unen las ideas mediante líneas y la gran idea tiene una relación unilateral con los detalles del análisis. Los mapas conceptuales, sin embargo, son objetivos, abordan varios problemas, unen las ideas mediante flechas y en ellos las interrelaciones son mutuas y pueden ser múltiples. Como resultado, el mapa mental es el idóneo cuando nuestros objetivos principales son:
Disponer la información en forma de red nos permite clasificarla y almacenarla de forma óptima. Al crear un mapa mental, generamos una estructura clara no solo en la página, sino también en nuestro cerebro, lo que nos permite poner orden en el caos, retener la información y, además, estimular la producción de nuevas ideas.
Los mapas mentales nos ayudan a estudiar razonando, y no simplemente memorizando, con el fin de superar un examen o aprobar unas oposiciones. Las ventajas son claras y están interrelacionadas: como son subjetivos, funcionan de acuerdo con tu forma de razonar; te permiten memorizar con rapidez y ahorrar tiempo a la hora de repasar; y puedes actualizarlos y ampliarlos muy fácilmente.
Además de para estudiar, los mapas mentales pueden emplearse en muchas otras situaciones de la vida académica o profesional. Sirven para preparar presentaciones, recopilar ideas para un trabajo académico (también un TFG, un TFM o una tesis) y tomar apuntes en clase o durante una conferencia.
Y, cuando vayas a dar tus primeros pasos en el mundo laboral, recuerda que hacer un mapa mental de tu historia profesional resulta utilísimo para calmar los nervios antes de tu primera entrevista de trabajo. De hecho, en todas las situaciones en las que tengas que pensar, recordar, planificar y ser creativo en general, merece la pena utilizar los mapas mentales.
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24 de septiembre de 2024