Enseñar a tus hijos a desempeñar tareas domésticas significa educar su autonomía y fortalecer su maduramiento. Cada vez más se deja de lado esta instrucción porque cuesta discusiones y mucho tiempo. Nos centramos demasiado en educar su lado intelectual y en reforzar sus conocimientos. Sin embargo, el que sepan desenvolverse y por sí mismos y convivir con otras personas es una enseñanza que no caduca. Proporciona algo principal en la vida: armonía y estabilidad.
Otras cualidades que desarrolla son la disciplina y la fortaleza de carácter, ingredientes básicos en cualquier meta que uno se proponga. También supone una lección social: aprenden a hacer algo por los demás y a ser un miembro valioso de un equipo.
El tipo de tarea que cada niño puede realizar se determina en función de su edad. La falta de costumbre hay que tenerla en cuenta al principio. Si tienes un niño ya crecidito que nunca ha ayudado en casa, ármate de paciencia.
Hay habilidades que son especialmente útiles, pero que requieren más tiempo de instrucción. Enseñarles a cocinar, a coser y a realizar pequeñas reparaciones domésticas son destrezas con las que contarán siempre si tú les ayudas. Llevadas a un extremo, pueden llegar a convertirse en una profesión. ¿Quién dice que un reputado chef, un diseñador de moda o una ingeniera industrial no hicieron sus primeros pinitos en su casa?
Realizar un cuadrante es una forma ideal de organizar y hacer visible las tareas de las que cada uno se encarga. Utiliza un material que se pueda borrar, pues los cometidos pueden variar según la época y las necesidades. Una planificación semanal suele ser lo más práctico. Cada día puede dividirse en mañana y tarde para especificar qué deben hacer antes de ir al cole y después. Conviene integrar las tareas de los adultos también para ayudarles a entender que la colaboración en casa es un trabajo en equipo.
Para motivar e incentivar el cumplimiento de lo que cada uno tiene asignado, se pueden establecer una serie de recompensas. Hay que ser especialmente cuidadoso con este tema. No debería recompensarse con cosas que son necesarias independientemente de que realicen o no las tareas. Tampoco es conveniente que constituyan un desembolso económico elevado o un capricho muy deseado.
La colaboración en casa debe interiorizarse como algo beneficioso por sí mismo, no porque conlleve un premio. Hay que acompañar sencillas recompensas con un reconocimiento verbal de esta actitud positiva y remarcar siempre lo importante que es la participación del niño.
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3 de septiembre de 2024