Es importante conocer la línea que sigue un colegio con respecto a esta cuestión. Repercute en todo el alumnado, no solo en los que se encuentran con limitaciones o barreras a la hora de aprender e integrarse en el centro educativo. La exclusión afecta a cada uno de los escolares.
Por un lado, hay que definir las barreras que dificultan el aprendizaje para poner medios para superarlas o disminuirlas. Por otro, si lo que se pretende es que el alumnado y personal docente colaboren en un proyecto común, que se relacionen o que establezcan lazos de apoyo mutuo, entonces hay que observar las afinidades y respetar las diferencias de cada cual, sin dejar que las barreras o limitaciones sean las que definan a las personas. Hay que atender a la diversidad.
A veces se da por sentado que existen tipos de necesidades educativas especiales muy definidos; sin embargo, el ser humano no es tan fácil de encasillar. Hay rasgos comunes, pero también los hay con el resto de personas que caen fuera de la casilla.
Teniendo en cuenta esto, hay alumnos y alumnas que se encuentran con limitaciones comunes. Señalarlas permite hacer frente a las barreras del aprendizaje. Para llevar a cabo este propósito, se requiere un apoyo cualificado, por eso se denominan necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE), entre las que se encuentran las siguientes:
• Dificultades específicas de aprendizaje (DEA)
• Trastornos por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH)
• Especiales condiciones personales o de historia escolar (ECOPHE)
• Incorporación tardía al sistema educativo (INTARSE)
• Altas capacidades intelectuales (ALCAIN)
La educación inclusiva reconoce y da valor a la diversidad. Cada uno de nosotros es diferente del otro. En este sentido, todos podemos formar parte de una estructura social común en condiciones de igualdad.
El movimiento inclusivo nace a partir de la idea de integración de aumentar la participación del alumnado con necesidades especiales en las clases ordinarias. Pero supone un avance y un cambio de perspectiva con respecto a la integración. Según este movimiento, todos los escolares deben aprender a trabajar en el aula ordinaria, no solo los que tienen que superar determinadas barreras.
Por otro lado, las dificultades y conflictos se consideran una oportunidad para progresar en el desarrollo personal y el aprendizaje social. Y las diferencias cuentan como un enriquecimiento, no como un nivel dentro de una escala competitiva.
Un modelo educativo en el que se separa en un momento dado al alumnado con necesidades especiales del aula ordinaria entiende que, si no se hace, se retrasa el ritmo general de la clase. No se está tratando de desarrollar capacidades comunes por vías diferentes y, por este motivo, se puede llegar a excluir. Tal como señalan algunos autores representantes del movimiento inclusivo, como P. Arnaiz, la integración solo pretende una inserción parcial y condicionada, no completa.
El objetivo de la inclusión es atender a la diversidad desde el currículo. Para ello se requiere una fuerte implicación tanto del profesorado, como de los padres y tutores, y de la Administración.
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3 de septiembre de 2024