La dificultad para conciliar los trabajos de los padres con los horarios escolares es uno de los principales motivos por los que gran parte de los alumnos continúan con actividades extraescolares cuando termina el horario lectivo.
Pero también, en parte, los hijos acuden a complementar determinados aspectos de la educación a los que se considera que se le dedica poca atención, pero que se entiende que son relevantes para la formación. Es el caso de las clases de idiomas o de programación, por ejemplo.
En este sentido los organismos internacionales como la OCDE, poniendo el foco en al ámbito educativo, consideran que se produce una desventaja en los niños cuyos padres no pueden pagar las actividades que se imparten fuera del horario lectivo. La educación pública debería servir para equiparar las desigualdades educativas causadas por orígenes socioeconómicos desfavorables.
Es el caso de la polémica surgida recientemente en colegios de la Comunidad Valenciana, en concreto en Alicante. El 70% de los colegios de esta provincia tiene jornada continua, es decir, el horario lectivo es de nueve de la mañana a dos de la tarde. El resto de horas, hasta las cinco, se dedican al comedor y después a actividades extraescolares. Estas actividades han sido gratuitas para todos los niños, hasta que recientemente la Conselleria de Educación decidió que dejaran de serlo. El cambio ha sido originado por las continuas quejas sobre la poca calidad de los contenidos de dichas actividades.
Para que todos los niños puedan disfrutar de esas clases extraescolares, la Consellería se plantea ayudar a aquellas familias que no puedan pagarlas.
Cuando da comienzo el curso y llega el momento de decidir a qué actividades se acudirá durante el año, es importante que se tenga en cuenta la opinión del niño. Obligarles a hacer una actividad que no quieren, aunque pensemos que es excelente para su formación, provocará un rechazo que puede ser definitivo si se le hace cuesta arriba.
Es importante tener en cuenta también su carácter y energía. Las actividades que requieren de una gran capacidad de concentración son contraproducentes en niños más inquietos. No todas las actividades son adecuadas para cualquier niño.
Por otra parte, el sistema educativo de nuestro país no siempre otorga la importancia que tienen las artes en la formación de las personas, y las incluyen solo de refilón dentro del currículum escolar. Este es uno de los motivos por el que muchos niños acuden a clases de música, teatro o danza al terminar el horario lectivo. Además de promover la creatividad, el ritmo y la escucha, estudiar música por ejemplo, facilita la adquisición de otros conocimientos de forma transversal como las matemáticas.
Hacer teatro está muy aconsejado para trabajar la empatía a través de la creación de personajes, y para ampliar el registro de situaciones, mejora la capacidad de expresión y potencia la imaginación. Obliga a aprenderse un texto y adoptar una disciplina y a asumir la responsabilidad de un trabajo en equipo para una representación final.
Disciplinas como las técnicas circenses (malabares, equilibrios,…) o la magia permiten entrenar habilidades corporales y desarrollar la psicomotricidad, sin ser competitivas.
A través de la equitación los pequeños aprenden a relacionarse con los animales y los sensibiliza sobre el respeto a la naturaleza además de estimular la vocación científica. Practicar robótica, la creación de videojuegos, de cortometrajes o aprender a cocinar son nuevas actividades extraescolares que se añaden a otras más tradicionales como el fútbol, las artes marciales o el inglés.
Aunque las posibilidades de aprendizaje durante la infancia son espectaculares, es importante dejar siempre un tiempo al día para que puedan desarrollar el juego libre, sin presencia de mayores. De esta forma, desarrollarán las habilidades sociales imprescindibles para la vida adulta.
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3 de septiembre de 2024