En Les Roches abordan la educación desde un punto de vista integral, donde la capacitación académica más estricta se integra y enriquece con el valor de la acción práctica, alimentando la curiosidad, la reflexión y el sentido de la autocrítica.
Su enseñanza está basada en el método experiencial heredado de la tradición suiza; el mismo que a finales de 1800, cuando la noción de turismo comenzaba a extenderse por Europa, formó al primer grupo de profesionales especializados en hospitality. Los suizos aportaron muchas habilidades al enfoque de la Dirección y Gestión Hotelera, e hicieron que el rigor, la precisión, el cuidado por el detalle, el servicio oportuno y la discreción se convirtieran en la mejor carta de presentación para los viajeros que acudían a sus instalaciones.
Desde entonces, la formación hotelera ha evolucionado, pero si hay algo que se ha mantenido intacto a lo largo de las generaciones, es la certeza de que «vivimos en una industria de personas para personas, donde la conexión e interrelación humana son esenciales”, como asegura Carlos Díez de la Lastra, director general de Les Roches Marbella.
“Nuestro papel como educadores es crear líderes preparados para trabajar en entornos repletos de volatilidad, y dar prioridad a las competencias asociadas a las soft-skills. Los futuros modelos de turismo necesitarán profesionales capaces de trabajar bien con otros, en cualquier entorno y modalidad, personas flexibles, adaptables y con la facultad de analizar y resolver problemas”.
Es parte del ADN histórico de Les Roches; una seña de identidad que le ha llevado a convertirse en una de las escuelas más importantes del mundo, y un referente para los grandes empresarios del sector.
La irrupción del coronavirus ha dejado las aulas vacías, pero Les Roches ha sabido adaptarse y convertir también este periodo en una fortaleza. Al inicio de esta fase, y con el objetivo de mantener un enfoque académico personalizado, Les Roches creó un grupo de trabajo diseñado exclusivamente para este cometido.
Desde el 17 de marzo todos los programas se adaptaron a la enseñanza a distancia con el uso de libros de texto digitales, videoconferencias y exámenes online. El contenido académico se amplió con 100 nuevos vídeos diariamente, y en la actualidad hay más de 2.900 piezas audiovisuales de apoyo disponibles en la red interna.
Varias veces al día, y con el fin de cubrir todas las zonas horarias del planeta, se realizan sesiones que sirven para reforzar la enseñanza teórica. Además, se han aplicado nuevos sistemas de inteligencia artificial en los procesos de evaluación, que analizan el comportamiento de los usuarios y evitan posibles plagios.
En este contexto, la tecnología ha sido un medio para configurar un plan de enseñanza más horizontal, asegura Carlos Díez de la Lastra que cree que “el aprendizaje digital proporciona algunos de los conocimientos esenciales, pero es el profesorado el que debe discutirlo, reforzarlo y validarlo en un entorno de aula más abierto y colaborativo”.
El sistema está funcionando. De hecho, han conseguido una tasa diaria de participación del 95 por ciento con estudiantes que se conectan desde 90 países.
Pero además, los alumnos tienen acceso privado a clases de refuerzo conducidas por expertos en distintas materias, y a jornadas online sobre la gestión de crisis, donde se abordan desde los impactos iniciales y las lecciones que se pueden obtener de los ciclos pasados, hasta la futura recuperación y cómo será el comportamiento del sector hotelero y turístico después de la COVID-19. Son encuentros semanales donde los estudiantes adquieren una profunda comprensión de cómo se está viendo afectada la industria y las formas más eficaces de afrontarlo.
“Es una de las enseñanzas más importantes que nos deja el coronavirus. La gestión de crisis es una herramienta esencial y deber ser parte integrante de cualquier programa académico que pretenda instruir a los próximos dirigentes, independiente del sector o de su especialización. Debemos dotar de instrumentos, capacidades y habilidades a nuestros alumnos para que estén preparados. Los nuevos sistemas deberán fijar modelos mixtos, semipresenciales, con aulas reducidas, y que impulsen la educación individualizada”.
Parece innegable que en un mundo en el que los avances, o en este caso las crisis, remodelan repetidamente el lugar de trabajo, será esencial que las personas practiquen la educación permanente. Pero, además, Carlos Díez de la Lastra cree que el mundo post-covid implicará necesariamente que entendamos “la formación como una necesidad vital propia de un nuevo estilo de vida”
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