En mayor o menor medida, todos hemos pasado por épocas de exámenes en las que poníamos a prueba métodos descabellados para retener toda la información posible. Muchas veces, los consejos que se escuchan en redes o a través de amigos sobre las técnicas de estudio no funcionan tan bien como creíamos en un principio.
Además, los mitos asociados a qué hora del día se debe estudiar o cómo hay que estructurar un texto para aprendérselo de principio a fin no suelen tener una base científica sólida de la que desprenderse. Por eso mismo los llamamos mitos. ¿Cuáles son los más habituales y qué validez tienen?
No pocas veces se ha dicho que los conceptos a estudiar se retienen mejor si se realizan jornadas de estudio maratonianas los últimos días antes del examen. Este hecho, por supuesto, es un mito.
Además de que la tarea de retener temas interminables en solo unos pocos días se hace prácticamente imposible, pasar tantas horas frente a los apuntes es totalmente contraproducente. Este mito perjudica al descanso que necesita el cerebro para absorber la información y, además, alimenta el estrés.
La gestión del tiempo de estudio debe ser espaciada, con momentos de descanso en los que puedas dar un respiro al cerebro para consolidar el conocimiento adquirido.
Este mito se vale de una generalización que es imposible determinar. Dentro de los consejos para mejorar la concentración, existe el mito de que acudir a la biblioteca es el Santo Grial del aprendizaje. Como es natural, estudiar en un entorno tranquilo en el que puedas permanecer concentrado facilita la tarea de entender y retener conceptos, pero no tiene por qué ser la mejor opción en tu caso.
Dentro de las estrategias de aprendizaje activo más efectivas, tratar de explicar los temas a otra persona como si no supiera nada de lo que expones es una que resulta especialmente útil. Y, como podrás adivinar, ponerse a soltar un discurso en la biblioteca no es lo más adecuado.
Por eso, ten en cuenta que el espacio más favorable para estudiar será ese que mejor se adapte a tus necesidades y no al revés.
Cuando hay un gran volumen de contenido por aprender, podemos pensar que reducir la información al máximo es lo más conveniente para crear buenos apuntes. El problema viene cuando te piden desarrollar un concepto del que sabes solo el año en el que se presentó.
Para agrupar conceptos y retener lo verdaderamente importante de un texto, esquematizar y subrayar no son malas opciones si sabes cómo resumir y crear conexiones. Para tener claro cómo hacerlo, existen metodologías, como la de Chunking, que aprovechan una base científica para potenciar la retención.
Por supuesto, esta última es la más descabellada de todas. Para aprender, primero debes saber cómo te resulta más efectivo aprender. Prueba con diferentes técnicas, date tiempo para descansar, empieza a repasar con suficiente antelación y, sobre todo, duerme correctamente. No olvides que el cerebro aprovecha esas horas de sueño para consolidar y retener lo aprendido.
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