Las técnicas de lectura rápida son estrategias que permiten aumentar el número de palabras por minuto que somos capaces de leer y entender. Algunas de ellas elevan este número de 250 a 1000 palabras. Están basadas en la detección y corrección de ciertas acciones que llevamos a cabo al leer y que ralentizan el proceso, como seguir con la cabeza el renglón que se está leyendo, dividir las palabras internamente por sílabas o vocalizarlas. En el caso de los lectores denominados avanzados, estas acciones a evitar están relacionadas principalmente con la falta de concentración o de motivación.
Leer despacio no es necesariamente sinónimo de leer mejor. De hecho, una lectura demasiado lenta puede provocar falta de concentración porque nuestro cerebro no se mantiene ocupado únicamente en esta actividad. Leer rápido puede aumentar la concentración en el texto y, por tanto, la compresión y rentención de su contenido.
Estos son aspectos fundamentales cuando la lectura se hace en un contexto académico en el que resulta fundamental entender y memorizar lo leído. Pero para poner en práctica las técnicas que te detallamos a continuación es necesario que tengas el hábito de la lectura, que te guste leer y que estés acostumbrado a hacerlo.
Repetir lo que estás leyendo, o lo que es lo mismo, vocalizar, ralentiza la lectura porque la velocidad a la que lees se ajusta a la del habla. La lectura es un proceso mental y como tal no está sujeto a las limitaciones de tiempo que implica hablar. Incluso si vocalizas mentalmente, tu velocidad de lectura disminuye. Para corregir este hábito, escuchar música relajante mientras lees puede ayudarte. De este modo tu cerebro podrá concentrarse en el texto y no prestará atención al sonido de tu voz, aunque este sea mental.
Otra de las técnicas para leer más rápido consiste en no fijar la vista en cada palabra del texto sino en un conjunto de ellas, incluso en todo un párrafo. Se trata de utilizar la visión periférica para ser capaces de leer más cantidad de texto con una sola focalización de la vista. Puedes desarrollar la práctica poco a poco, comenzando por fijar la vista en dos o tres palabras a la vez para después ir ampliando el foco de visión hasta abarcar unas cuantas líneas.
Si el objetivo de tu lectura es obtener información concreta, esta técnica te ayudará a encontrar la información más relevante en un texto. Céntrate en los títulos, palabras en negrita o cursiva o palabras clave del tema para el que necesites la información. Comienza por la esquina superior izquierda de la página y continúa hasta la esquina inferior derecha siguiendo líneas imaginarias en zigzag. De este modo desecharás automáticamente la información no relevante y podrás centrarte solo en aquella que sea de tu interés.
Mantener la vista en un punto fijo y estar en una misma posición favorecen la aparición de fatiga y disminuyen la capacidad de comprensión. Haz pausas de 10 a 15 minutos cada hora de lectura, levántate y trata de mirar un objeto lejano. Tu cuerpo y tus ojos te lo agraecerán y podrás volver a leer más rápido cuando retomes el texto.
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