El probador de videojuegos se encarga de dar parte de todos los errores de un juego antes de que salga a la venta para su posterior corrección. Para ello, tiene que aventurarse profundamente y varias veces en el juego determinado para que no se le escape ningún detalle que pueda contener algún fallo a nivel de doblaje, bugs, diseño, rendimiento… e incluso llegan a juzgar el nivel de entretenimiento del mismo.
Aunque para muchos pueda parecer un trabajo de ensueño, la realidad es que es muy exigente. El tester ha de jugar una y otra vez el mismo producto y durante un número representativo de horas, para encontrar cualquier tipo de fallo que pueda incluir. Y no solo eso, también ha de superar el mismo nivel repetidas veces para encontrar todas las jugadas posibles por las que se puede superar la pantalla en cuestión.
Además de ser un aficionado a los videojuegos, por supuesto, un tester ha de ser metódico y poseer una gran capacidad de concentración y análisis. Los tiempos de los que dispone para testar el producto son limitados, por lo que tiene que sobrellevar un trabajo ligado a una presión constante. Es importantísimo que domine perfectamente el inglés, ya que muchas de sus labores consisten en supervisar el doblaje y la traducción de los textos.
Según el área en el que se especialicen, aunque una única persona puede abarcar todas ellas, podemos clasificar distintos tipos de probador de videojuegos:
Aunque no hay una formación específica para ser probador de videojuegos, es recomendable tener conocimientos sobre informática, programación, diseño, traducción y localización. Hay cursos especializados que, además, añadirán un punto extra a tu currículo y te facilitarán ser seleccionado por la empresa. Un requisito fundamental, como ya hemos mencionado, es la fluidez en la lengua inglesa. Haber estudiado filología o alguna rama especializada en el lenguaje te servirá también para tener más posibilidades dentro de la industria. ¡Ánimo!
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